domingo, 23 de junio de 2013

Una novata en la universidad

Queridos soñadores:


El verano había pasado con ansias de que llegara el nuevo año, pero con miedo a alcanzarlo aún. 
Recuerdo el primer día de Universidad. Mi padre me llevaba en su coche, y el camino lo pasé callada, sin nada que hablar. Él me preguntó "¿Estas bien?". Lo miré y le sonreí. Si decía algo sabía que me pondría a llorar de la tensión que sentía. ¿Les gustaré? ¿Caeré bien a la gente? ¿Haré una vez mas el ridículo? ¿Y si me pierdo por el camino? ¿Y si no encuentro la clase? ¿Que haré cuando llegue, me sentaré sola?... Solo quería que llegara la mitad de curso. Fuera como fuera el año, a mitad de curso ya debería haber asumido la situación. 
El corazón me latía a mil. Agarraba el manillar del coche como queriendo abrirlo y escaparme. Por siempre.
Entonces mi padre alzó la vista de la carretera para mirarme y me dijo: Disfrutalo. Disfruta este momento, porque aunque ahora no lo creas estas por comenzar la mejor etapa de toda tu vida.
Miré mi reflejo en el retrovisor y recé porque tuviera razón. Y sonreí. Mi padre siempre la tenía.
Paró el coche. Yo no hacía otra cosa mas que mirar el reloj. Por momentos quería detener el tiempo y congelarlo para siempre, y otras veces quería que avanzara lo mas rápido posible, haber acabado y estar hablando con mis amigas contándoles nuevas buenas. 
Miré por millonésima vez mi reflejo en el espejo, y con las piernas temblando, salí del coche tras haberle dado un infinito beso a mi padre.
El camino de mi coche a la clase fue interminable. Yo no quería llegar nunca, pero mis pies corrían mas y mas rápido. Me agarre una mano con la otra y deseé pasar ese momento con mi madre, como todos los momentos de mi vida. Pero aquello, por mucho que me costara admitirlo, debía afrontarlo yo sola, sin la ayuda de nadie. 
La gente se amontonaba en la entrada y yo solo miraba a todas partes queriendo encontrar una cara familiar.
Subí las escaleras de dos en dos. Torcí la esquina. Y seguí todo recto, tal y como lo había hecho días atrás. 
En el pasillo apenas había nadie, tan solo algunas personas apoyadas a ambos lados del pasillo. Me paré en frente de la puerta de la que debía ser mi clase y esperé, sin saber que hacer. La gente entraba y salía de ella.
De pronto una cara familiar se apoyó a mi lado. Y lejos de tranquilizarme me puso aún mas nerviosa diciéndome que ella ya había tenido clase normal. 
¡Que tonta soy! Pensé. ¡No me podía creer que el primer día ya hubiera faltado!. Ella me siguió hablando pero yo no hacía mas que pensar en que hacer. ¿Que debía hacer? ¿Me contarían esa falta? ¿Me quedaría atrasada?
Miré hacía mi derecha donde 2 chicas hablaban muy cerca de mi y sin despedirme de mi amiga me acerqué a ellas con la voz temblorosa.
-Perdonar - me disculpé- ¿Sois de periodismo?-les pregunté. Ambas afirmaron.- ¿Habéis tenido ya clase?
Las miré detenidamente: "por favor decir que no, por favor decir que no". Me repetía mi subconsciente.
-Si-me respondió una de ellas.- Pero no hemos echo nada, tranquila.
Las dos me sonrieron y sin saberlo, estaba ante dos de mis futuras buenas amigas.
De pronto me dí cuenta: mi padre había tenido razón, ese año , sería mi año.


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